viernes, 26 de mayo de 2017

¡Para mí, el amor ha muerto la noche de mi boda!

Si empiezas la vida con las mejores intenciones, si ofreces tu alma, casa, tus cosas, sueños y esperanzas, a un extraño, un fugitivo de la pobreza e ignorancia de su casa, que te conquista con palabras dulces, engañosas:
-Soy pobre, no tengo más que dos manos y un corazón... -¡claramente es culpa tuya!
Es culpa tuya porque has creído que eso es lo que tiene, que esas manos te acariciarán siempre, y que ese corazón se llenará de ti y del amor hacia ti. Cegada de amor no has querido ver los ojos llenos de maldad, la sonrisa codiciosa, escondida en un lado de la boca, que le ha deformado la cara cuando lo has llevado a tu casa, entre tus cosas y ha podido comparar lo que había dejado atrás, empezando con la familia de la que se avergonzaba y acabando con la pobreza, que le había hecho jurar que por donde pase cogerá, robará si es necesario.
¡Y eso es lo que ha hecho! ¡Ha cumplido su promesa! ¡Ha robado diez años de tu vida! Los diez años más hermosos de la vida de una mujer joven, bonita, pero por lo visto no lo suficientemente lista como todos pensaban, si ha permitido, si ha cerrado los ojos desde el primer golpe.
Y esas manos que habían prometido acariciar... Y ese corazón que había podido amar... ¿Había podido?

( Fragmento del libro "El Sueño" - Liana Mânzat )

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